¡Qué hombre no ha piropeado alguna vez
a una mujer, que con su paso cadencioso alborotó todos los sentidos
masculinos y desencadenó una frase de admiración, unas
veces cargada de seducción romántica y otras de picardía
provocadora! ¡Y cuántas más veces ha sido la mujer, que impresionada por
la gallardía varonil hilvanó al paso una oración seductora
acompañada de un suspiro sensual!
La verdad es que nadie en sus cabales
se ha privado de esos momentos de extrema motivación sensorial y de
inspiración fugaz pero de vivencia eterna.
Y hallándonos en las puertas de un
nuevo Día de San Valentín, como le llaman unos; o Día del Amor y la
Amistad, como prefieren llamarlo otros.
Nos encantará saber quién deja el
piropo y desde qué ciudad y país lo envió. Y así, piropos más, piropos
menos, haremos una gran piropeada intercontinental para
conocernos mejor y celebrar con propiedad el día de los enamorados.
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