Tras las huellas de una ciudad ancestral
PICOAZÁ, Manabí. Miguel Rodríguez alza una estela con una figura atlante en el centro, que se halló en el cerro de Jaboncillo.
En los cerros de Hojas y Jaboncillo, en Manabí, se analizan ruinas, cuyas dimensiones son de 3.500 hectáreas.
Ciento dos años después de que el arqueólogo estadounidense Marshall Saville realizara las primeras investigaciones sobre los cerros de Hojas y de Jaboncillo (en Manabí) sobre otros asentamientos de la civilización manteño-huancavilca, un equipo liderado por el arqueólogo ecuatoriano Jorge Marcos Pino ha iniciado estudios científicos en el sitio, el cual desde mediados del 2009 junto con los cerros Negrita, Bravo y Guayabal, que se extienden desde Portoviejo hasta Montecristi, cerca de Picoazá, son parte del Patrimonio Cultural del país.
Marcos ha tenido varios acercamientos previos con esta elevación. El primero fue en 1998 cuando empezó la escritura del libro Pueblos navegantes de la Costa del Ecuador, en el que narró el proceso histórico del desarrollo prehispánico de la zona Litoral del país y el cual publicó hace cinco años.
El arqueólogo ecuatoriano, quien es coordinador de investigación y patrimonio de la Corporación Ciudad Alfaro (institución pública encargada de promover el desarrollo cultural, educativo, académico, tecnológico, social y turístico de Manabí), sostiene que es esta la que ejecuta el proyecto de investigación en los cerros de Hojas y de Jaboncillo. “Estamos coordinados por el Ministerio Coordinador de Patrimonio y, por supuesto, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) es el que tiene la competencia general sobre todos los yacimientos”, agrega.
Ciento dos años después de que el arqueólogo estadounidense Marshall Saville realizara las primeras investigaciones sobre los cerros de Hojas y de Jaboncillo (en Manabí) sobre otros asentamientos de la civilización manteño-huancavilca, un equipo liderado por el arqueólogo ecuatoriano Jorge Marcos Pino ha iniciado estudios científicos en el sitio, el cual desde mediados del 2009 junto con los cerros Negrita, Bravo y Guayabal, que se extienden desde Portoviejo hasta Montecristi, cerca de Picoazá, son parte del Patrimonio Cultural del país.
Marcos ha tenido varios acercamientos previos con esta elevación. El primero fue en 1998 cuando empezó la escritura del libro Pueblos navegantes de la Costa del Ecuador, en el que narró el proceso histórico del desarrollo prehispánico de la zona Litoral del país y el cual publicó hace cinco años.
El arqueólogo ecuatoriano, quien es coordinador de investigación y patrimonio de la Corporación Ciudad Alfaro (institución pública encargada de promover el desarrollo cultural, educativo, académico, tecnológico, social y turístico de Manabí), sostiene que es esta la que ejecuta el proyecto de investigación en los cerros de Hojas y de Jaboncillo. “Estamos coordinados por el Ministerio Coordinador de Patrimonio y, por supuesto, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) es el que tiene la competencia general sobre todos los yacimientos”, agrega.
PICOAZÁ, Manabí. En la ladera este del cerro de Jaboncillo, entre Portoviejo y Montecristi, se hallaron yacimientos que están siendo estudiados por un equipo a cargo del arqueólogo Jorge Marcos.
Tatiana Hidrovo, presidenta de Ciudad Alfaro, indica que la primera fase posee un presupuesto de 302.000 dólares. En la parte inicial de esta etapa en el bloque A o Camino del Puma (porque estos animales aún habitan en el lugar) y que comprende 57 hectáreas, arrancó en enero pasado y concluyó en julio.
Durante ese tiempo se reunió la documentación que produjeron en el sitio arqueológico especialistas como el estadounidense Saville, el inglés Richard Lunniss (quien vive en Ecuador desde hace 30 años y también forma parte del equipo liderado por Marcos) y los ecuatorianos Emilio Estrada (en los años cincuenta) y Jacinto Jijón y Caamaño (en los años veinte) y Florencio Delgado. Este último fue quien realizó en el 2008 el inventario básico para poder declarar Patrimonio Cultural a la zona de cerros situados entrePortoviejo y Montecristi.
La segunda parte de la primera fase comenzó este mes y culminará en diciembre próximo. En octubre se prevé inaugurar en el sitio tres centros de interpretación, que ayuden a comprender el modo de vida de los manteño-huancavilcas.
Los avances de este mes involucran la limpieza de la maleza en los cerros de Hojas y de Jaboncillo, donde se han descubierto conjuntos de estructuras rectangulares de piedra, cuyos perímetros se delinean con sogas. También se han hallado senderos empedrados que conectan a los conjuntos.
Marcos señala que “son 500 años del ocultamiento de estos yacimientos y eso se da porque la naturaleza se ha encargado de lograrlo”. En el bloque A, las estructuras de piedras alineadas entre sí “pueden pertenecer a viviendas”, dice el arqueólogo inglés Lunniss, mientras que atrás de estas y separadas por montículos de tierra constan terrazas agrícolas, donde se encontraron silos (recipientes para almacenar granos y otros comestibles).
Durante ese tiempo se reunió la documentación que produjeron en el sitio arqueológico especialistas como el estadounidense Saville, el inglés Richard Lunniss (quien vive en Ecuador desde hace 30 años y también forma parte del equipo liderado por Marcos) y los ecuatorianos Emilio Estrada (en los años cincuenta) y Jacinto Jijón y Caamaño (en los años veinte) y Florencio Delgado. Este último fue quien realizó en el 2008 el inventario básico para poder declarar Patrimonio Cultural a la zona de cerros situados entrePortoviejo y Montecristi.
La segunda parte de la primera fase comenzó este mes y culminará en diciembre próximo. En octubre se prevé inaugurar en el sitio tres centros de interpretación, que ayuden a comprender el modo de vida de los manteño-huancavilcas.
Los avances de este mes involucran la limpieza de la maleza en los cerros de Hojas y de Jaboncillo, donde se han descubierto conjuntos de estructuras rectangulares de piedra, cuyos perímetros se delinean con sogas. También se han hallado senderos empedrados que conectan a los conjuntos.
Marcos señala que “son 500 años del ocultamiento de estos yacimientos y eso se da porque la naturaleza se ha encargado de lograrlo”. En el bloque A, las estructuras de piedras alineadas entre sí “pueden pertenecer a viviendas”, dice el arqueólogo inglés Lunniss, mientras que atrás de estas y separadas por montículos de tierra constan terrazas agrícolas, donde se encontraron silos (recipientes para almacenar granos y otros comestibles).
PICOAZÁ, Manabí. El arqueólogo inglés Richard Lunniss revisa varios objetos arqueológicos.
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