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Jorge Coe
Jorge Coello Suárez viajó más de 100 kilómetros desde Quevedo a Portoviejo en motocicleta la
misma noche del accidente para saber qué le había pasado a su esposa Marlene Avellán, a dos de sus hijos de 16 y 11 años y una nieta de 6 meses de edad, quienes ese día habían viajado desde Quevedo a Calceta para pasar el Día de la Madre.
Sin embargo, al retornar a Quevedo, la noche del pasado domingo, el bus en que viajaban estos familiares, perteneciente a la flota Bolívar, disco 36, se accidentó y cayó a la cuneta en el recinto Come y Paga kilómetro 33, parroquia Quiroga del cantón Bolívar, provincia de Manabí. En ese suceso fallecieron tres personas y permanecen heridas 22.
Según testigos y ocupantes del vehículo, el chofer conducía a exceso de velocidad y pasajeros ya le habían insistido que la redujera ante el riesgo de que ocurra un accidente.
Ayer, en Portoviejo, dos de los heridos, menores de edad, seguían en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y en el área de recuperación de niños del hospital Verdi Cevallos Balda. En el primer lugar está alojado un niño de unos 3 años, de quien hasta la tarde de ayer, al cierre de esta edición, no se tenía el registro de su nombre y ningún familiar preguntaba por él y por su salud.
César Villamar, médico interno del hospital del cantón Pichincha, adonde en primera instancia fue llevado el menor, dijo que por la gravedad de las heridas que sufrió el niño, este tuvo que ser trasladado a Portoviejo, pero al conocer que ningún familiar se acercaba a indagar por él, decidió, cerca de la 01:00 de ayer, acompañarlo hasta Portoviejo para ingresarlo al hospital del IESS y que en el Verdi Cevallos Balda se le realicen chequeos médicos.
“El niño llora y pide a su madre a gritos, por el momento está estable aunque tiene hematomas en la cabeza”, relató el médico Villamar, quien ayer hasta poco antes del mediodía aún se mantenía en el hospital portovejense.
En tanto, Coello ayer en la mañana se hallaba somnoliento por el viaje en moto, pero agradecido y menos tenso porque sus familiares estaban con vida, aunque con preocupación porque su hijo de 11 años, D.C.A., tenía graves lesiones en la cabeza y afectaciones en el ojo izquierdo debido a los golpes sufridos tras la vuelta de campana que dio el bus luego de las maniobras que hizo el conductor para evitar que el bus perdiera el control en una curva, según relatos que él escuchó de su cónyuge.
Fuente; El Universo
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