(SERPRES).-Más potente que la de Hiroshima, se cayó de un avión estadounidense. Un interruptor evitó la explosión.
El diario británico The Guardian publicó el documento este fin de semana, tras la edición de un nuevo libro del periodista de investigación estadounidense Eric Schlosser, en el que cita este y otros errores en el manejo de artefactos atómicos que podrían haber terminado en catástrofes.
Según el material conocido ahora, dos bombas de hidrógeno modelo Mark 39 fueron arrojadas accidentalmente sobre Goldsboro, en Carolina del Norte, el 23 de enero de 1961, cuando un bombardero B-52 sufrió problemas en vuelo. Al caer las bombas se activaron como estaba previsto para un caso de guerra. Los paracaídas se abrieron y los artefactos quedaron listos para detonar. Las bombas llevaban cuatro interruptores de seguridad cada una encargados de impedir el comienzo de la reacción nuclear. Pero en una de las bombas, tres de estos interruptores fallaron. Sólo uno fue el responsable de evitar el horror.
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