SAN PETERSBURGO.-Por Martín Rodríguez Yebra | LA NACION.- Barack Obama salió del auto blindado y forzó una sonrisa."Hi, Vlad", saludó al anfitrión, el ruso Vladimir Putin, que lo recibió con una mirada gélida y la mano extendida en la entrada del Palacio de Constantino.
La incomodidad iría en aumento para el presidente de Estados Unidos: la cumbre del G-20 sobre la economía global se convirtió ayer en un gigantesco escenario de la creciente presión internacional para que el presidente norteamericano desista de bombardear Siria.
Los dirigentes de la Unión Europea (UE) y los líderes de Alemania, Italia, China y los países emergentes del BRICS advirtieron a la Casa Blanca sobre el peligro que implicaría para el equilibrio mundial un ataque contra el régimen de Bashar al-Assad. También el papa Francisco envió una carta a los presidentes para rogarles que buscaran "una solución pacífica".
Obama fue el último en llegar a esa comida, seguido por cientos de cámaras. El drama sirio lo empujó a una trampa. Casi sin apoyos internacionales y complicado para lograr el respaldo clave de la Cámara de Representantes, la semana próxima, para castigar a Al-Assad por los supuestos ataques con armas químicas a poblaciones civiles, Obama está más aislado y a la defensiva que nunca antes en su presidencia.
Entre las potencias, sólo Francia ratificó ayer su decisión de apoyar una operación bélica contra Damasco. El premier británico, David Cameron, también se unió a las denuncias sobre el uso de gas sarín en Siria, pero su margen de maniobra está limitado por el freno que el Parlamento le impuso la semana pasada a su plan de sumarse a la guerra.
Anoche, los cinco mayores países de Europa -Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España- trabajaban en un intento de alcanzar un acuerdo de mínima para encontrar una posición común sobre cómo enfrentar el dilema sirio.
El francés François Hollande y Cameron están en clara inferioridad, pero lo que se pretende es ofrecerle a Obama un gesto que le permita no irse de Rusia con las manos vacías y les sirva a todos para ganar tiempo, según confirmaron anoche fuentes de las dos delegaciones europeas.
Una opción sería aprobar hoy una condena rotunda al uso de armas químicas y un llamado dramático al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que intervenga de inmediato en el conflicto.
Ese órgano está paralizado por el poder de veto que ejercen Rusia y China -dos de sus cinco miembros permanentes-. Por eso Obama recurrió al Congreso norteamericano en busca de un respaldo político para justificar la represalia contra Siria.
Entre los presidentes más críticos al plan de Obama estuvo Cristina Kirchner: "Nadie quiere la guerra ni más muertes. Sería nefasto que se decida una acción unilateral. Es fundamental que las potencias actúen a través del Consejo de Seguridad".
CLIMA ENRARECIDO
Hoy, en el cierre de la cumbre, Obama prevé reunirse con Hollande y Cameron. También agradecerá el respaldo de sus aliados en la región de conflicto, Turquía y Arabia Saudita. E intentará limar asperezas con el líder chino, Xi Jinping. Le espera otro día a la defensiva en la cumbre más incómoda de sus cuatro años y medio en el poder..
UNA COMPLEJA CRISIS LLENA DE INCERTIDUMBRE
- La apuesta de Obama
El presidente norteamericano acusa a Damasco de haber usado armas químicas contra la población y planea una inminente intervención militar en Siria; Francia lo apoya
- Rechazo
Además de la negativa de Rusia, la mayoría de los países del G-20 se muestra en contra de un ataque a Siria; la UE apuesta por vías diplomáticas
- La masacre de agosto
El detonante de la crisis fue la masacre perpetrada con armas químicas supuestamente por el régimen sirio; según EE.UU., murieron unas 1400 personas
- Desenlace incierto
La semana que viene será decisiva para Obama, una vez que el Congreso norteamericano empiece a debatir la intervención militar
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