martes, 24 de septiembre de 2013

Una policía, heroína en las favelas de Río

El teleférico en el complejo del Alemán se construyó tras la pacificación.

Por: |


Nunca en una favela de Río de Janeiro (Brasil) se había organizado una fiesta de despedida para un policía. Tampoco habían dicho, con sinceridad, que lo extrañarían. Mucho menos cuando en el pasado de la barriada solo había espacio para las atrocidades del narcotráfico.
Esto cambió cuando la mayor Pricilla de Oliveira, comandante de la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) en la favela de Santa Marta donde viven casi 5.000 personas, no tuvo más remedio que partir. Tras el éxito de cinco años de intervención y de un remezón en la Policía, fue llamada hace dos semanas para comandar Rocinha, la segunda favela más extensa del mundo.
Pricilla llegó a Santa Marta con 125 hombres en el 2008, como un experimento para recuperar las favelas, antes de la llegada del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos que se harán en el 2016. La estrategia de choque de los batallones especiales (Bope) o tropas de élite que funcionaban desde 1978 había demostrado ser poco efectiva para acabar con la violencia en el largo plazo.
“Antes, el batallón llegaba, desarticulaba una banda de traficantes y se iba del morro. Nosotros subimos para nunca más bajar. El primer día, (20 de noviembre del 2008) hubo enfrentamientos con los traficantes. Cuando ganamos el control, el Ejército se fue e iniciamos la pacificación”, dijo Pricilla, con su voz gruesa y acento carioca.
En Brasil, las favelas son la máxima expresión de la desigualdad: están en cerros de difícil acceso, no tienen servicios públicos o son deficientes, las casas son de latón y madera, el acceso a la educación es escaso y, en lugar de vías, hay caminos polvorientos y peligrosas escaleras improvisadas.
Meses antes de trabajar en Santa Marta, Pricilla fue secuestrada por extorsionistas. Por horas, los siete agresores la insultaron y le pusieron un arma en la mejilla mientras desocupaban sus tarjetas bancarias.
“Intenté escapar dos veces, pero fallé y cada vez me golpeaban más fuerte. La tercera vez me libré de ellos. No sé qué me hubieran hecho de saber a qué me dedicaba”, relató. Días después, capturó a cinco de los secuestradores, uno se entregó y el otro cayó un año después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario