“A veces solo quería reventarle los sesos a alguien para ver si me mandaban a la cárcel para siempre”, cuenta el expúgil en su autobiografía ‘Undisputed Truth’
Washington. Pocas historias, para lo bueno y sobre todo para lo malo, ha dado el deporte como la vida de Mike Tyson. El epítome del boxeador maldito, una estrella gigantesca en los años 80 que nunca consiguió alejar los demonios invocados por una vida de éxitos mal digeridos y una carrera de autodestrucción por el infierno de las adicciones y los excesos.
La próxima semana sale a la venta en Estados Unidos ‘Undisputed Truth’, la autobiografía del expúgil,una obra que levantará polémica y seguramente no pocas ampollas y de la que ya se han filtrado algunos extractos que demuestran que Tyson no se ha guardado nada.
A sus 47 años, el Terror del Garden no tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de mujeres, alcohol y drogas. Y de una vida que ha sido una pelea constante: “Ahora lo único que quiero, y lo quiero desesperadamente, es sentirme bien. Quiero que el dolor cicatrice y voy a hacer todo lo posible por conseguirlo”. De nuevo en rehabilitación, lucha por mantenerse sobrio después de una última recaída de la que se tuvo noticia el pasado mes de agosto.
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