jueves, 6 de febrero de 2014

De jornaleros a dueños de La Clementina

Hace poco más de un mes la hacienda La Clementina pasó oficialmente a manos de más de 1.600 empleados asociados en la cooperativa Coproclem. La actividad en el sitio está marcada por el compromiso de producir y pagar el préstamo de $ 80 millones facilitado por la CFN.

En la planta de procesamiento Palizada 1 se percibe entusiasmo entre los trabajadores. El invierno y la temperatura hacen que se produzca alrededor de un 14% más de cajas de fruta. Foto: Karly Torres
En la planta de procesamiento Palizada 1 se percibe entusiasmo entre los trabajadores. El invierno y la temperatura hacen que se produzca alrededor de un 14% más de cajas de fruta. Foto: Karly Torres
Ha pasado poco más de un mes, las lluvias llegaron y la hierba reverdeció como un signo de nuevos tiempos. Las reses pacen con agrado, las plantas de banano crecen a buen ritmo y en los 12 centros de procesamiento las frutas se lavan, encajonan y despachan.
Todo en la hacienda La Clementina parece estar como siempre, salvo por un detalle: ya nadie habla de Exportadora Bananera Noboa y a muchos aún les cuesta recordar el nombre adoptado por la cooperativa de trabajadores que adquirió el predio  por más de 78 millones de dólares, en un proceso de incautación y remate no exento de controversia.
A los 1.600 trabajadores asociados a Coproclem (Cooperativa de Producción Clementina) les cae  como anillo al dedo aquel refrán que dice que ‘el ojo del amo engorda al caballo’, pues  desde el 4 de enero, cuando la hacienda pasó oficialmente de manos del empresario Álvaro Noboa a sus empleados, sobre ellos pesa la responsabilidad de que despegue o se vaya al despeñadero.

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