¡Ya, ya, ya, pero no me hagan nada!, fue la primera súplica de Jesús, taxista que vivió una noche de terror en Milagro, al ser asaltado por dos hombres y dos mujeres. Fue amedrentado con una pistola. Con ella lo golpearon en la cabeza; con un estilete le hicieron cortes en el cuello, antes de dejarlo abandonado en una bananera.
"Mis ropas eran rojas por tanta sangre”, relata el hombre, ya con sus heridas curadas, calmado y resuelto a seguir laborando como taxista. Suplicó que no lo maten porque él era el sustento de sus tres hijas, la mayor de 17 años y las gemelas de 7. “A una mujer conocía, era del barrio donde antes vivía”, narra.
Acallaban sus ruegos con golpes. Una amenaza lo dejó casi sin habla: “¡Quieres que te pase lo que al viejo taxista que matamos hace poco!”, repite.
En casa, su hija mayor, acostumbrada a abrirle la puerta a más tardar a las 23:30, no podía contener la angustia. A la 01:00, unos colegas de su papá llegaron por ella para que reconociera el taxi que los asaltantes abandonaron y que estaba con manchas de sangre.
En la cajuela, Jesús estima que permaneció 20 minutos. Estaba maniatado. Ahí oía los golpes que los delincuentes daban al carro para extraer las cámaras de video. Luego lo sacaron del portamaletas y cayó desvanecido. Lo habían cortado con el estilete. Lo dejaron.
Cuando recobró el sentido, caminó por unos minutos sin hallar la carretera. Debilitado por la pérdida de sangre, se dejó caer pensando en seguir la búsqueda a la mañana siguiente.
Fuente: El Universo
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