La falta de seguridad, la inexistencia de un programa de manejo de desechos domésticos y el último aviso del Presidente Rafael Correa respecto a la pesca de arrastre, son algunos de los obstáculos que sortea el sector pesquero ecuatoriano.
El pasado 14 de enero, el Primer Mandatario, anunció que en septiembre próximo se acabará la pesca de arrastre en el país y basó su decisión en la defensa de los pescadores artesanales y del ecosistema, que según dijo se ven afectados por las tareas de los barcos que se dedican en su mayoría a la captura de pomada y langostino.
Fernando Nuñez, de la Asociación de Armadores Pesqueros Pomaderos Primero de Mayo, aseguró que las condiciones actuales para su sector “son catastróficas, porque ya crédito no tenemos, importaciones de mallas, tampoco; cables tampoco, no tenemos crédito en combustible, en las ferreterías. Es catastrófico lo que nos está pasando”, afirmó.
Correa, dijo que en el 2010 se había ordenado a la flota de arrastre ampliar los ojos de las mallas de pesca para evitar que se introduzcan peces en proceso de desarrollo, pero que esta disposición había sido ignorada por los dueños de las embarcaciones, por lo tanto dio el ultimátum.
“Eso significa que si perjudica a 17 familias, a las que se les advirtió que cambien de actividad hace tres años, se va a beneficiar a más de 20.000 familias de pescadores artesanales”, aseveró Correa.
Según información publicada en la página web de la Subsecretaria de Recursos Pesqueros, hay 159 embarcaciones autorizadas para la pesca de arrastre. Nuñez, informó que el 50% de la población de Posorja, vive de la pesca de arrastre, por eso han pedido en reiteradas ocasiones una reunión con el Presidente de la República para enterarlo y que se les dé una solución.
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