Efrén, Pablo Antonio y Ernesto Fernández, tres de los ocho hermanos que se dedican a elaborar caretas y monigotes. Ronald Cedeño
Trabajar de manera artesanal, con las manos, y convertir el papel y la madera en figuras atractivas de diversos personajes es un oficio que desde la infancia aprendieron los hermanos Fernández Vanegas, una de las familias más antiguas dedicadas a esta actividad en la calle 6 de Marzo.
Su padre, Luis Antonio Fernández, se dedicó desde su casa a la creación de monigotes, pero el ambiente en el barrio, reconocido por ser la cuna de artesanos en esta rama, lo envolvió más en este arte.
‘La bodega de los Fernández’ es el taller que comparten estos ocho hermanos, en 6 de Marzo entre Gómez Rendón y Maldonado. Pablo Antonio Fernández, de 58 años, lleva más de 30 inmerso en este negocio. Al comienzo, indica, lo hizo como pasatiempo.
Para su gran venta en diciembre, Pablo trabaja desde junio en los monigotes, que en su mayoría elabora en crudo para otros comerciantes. El resto del año labora como mecánico automotor. “En estas fechas nos ocupamos solo en esto. Mi esposa, Gisela Marcillo, me ayuda, le enseñé a moldear monigotes. Mientras estoy adentro, ella vende las caretas”, dice.
En la otra esquina dentro de este local está su hermano Ernesto Fernández, de 42 años. Él se especializa en la línea infantil y de menor tamaño, que empieza a crear desde mayo para tener listo un total de 120 para diciembre. Ernesto trabaja sus años viejos con aerógrafo, a diferencia de sus hermanos que usan brocha y pincel. Esa técnica, asegura, le facilita la tarea y permite hacer más piezas. “Los primeros seis meses del año soy maestro soldador, el resto los dedico a moldear los viejos”, indica.
Fuente: El Universo
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