jueves, 19 de diciembre de 2013

Vender el monumento más icónico de Quito La jugada que le quedó pendiente al ‘Cuentero de Muisne’

Vender el monumento más icónico de Quito La jugada que le quedó pendiente al ‘Cuentero de Muisne’

¿Qué tienen en co­mún, Ronnie Bigs y Si­gifredo Dante Reyes? El primero nació en Gran Bretaña, el segundo en Ecuador, pero si hay algo que caracteriza a ambos personajes es la audacia que les per­mitirá perpetuarse en la historia para bien o para mal.

A Bigs se lo cono­ce como el ladrón del siglo, pues se hizo famoso por el millo­nario asalto a un tren postal que viajaba de Glasgow a Londres en 1963. A Dante Reyes, se lo conoce como el ‘Cuentero de Muisne’ por sus inverosímiles actos delictivos. Coin­cidencialmente estos personajes fallecieron esta semana, el ecuato­riano falleció el lunes, y el británico ayer miér­coles.
Andes realizó una entrevista a Dante se­manas atrás en una de las celdas del Centro de Rehabilitación de Va­rones de Quito, cárcel donde se encontraba recluido el antihéroe, cuyo imaginario aún circula entre las per­sonas, sobre todo de aquellas cuya edad pasa de los 25 años.
Dante Reyes, cono­cido como el Cuente­ro de Muisne, quien se hizo célebre por la realización de grandes estafas que lo ubican como uno de los me­jores estafadores del mundo y que falleció el pasado lunes, tras una operación de corazón abierto.
Conversar con este personaje y escuchar sus anécdotas delicti­vas era como transitar en un espacio en el que no se sabe si existen lí­mites entre lo real o la fantasía.
A este personaje, fa­llecido a los 74 años, se le atribuyó la venta de la Torre del Reloj del Malecón de Guayaquil a una pareja de suizos en 1980, y cuando se le consultó si hubiera querido vender otro monumento, Dante rió y sin dudarlo res­pondió: -El Panecillo- una loma ubicada en el centro histórico de la capital ecuatoriana, sobre la cual se levan­ta el monumento de una virgen de más de 30 metros que la con­vierte en una de las 58 esculturas más altas del mundo, que supera a la del Cristo Redentor, en Río de Janeiro.
“Siempre veía El Pa­necillo cuando llegaba a Quito, pero no se po­día venderlo, había mu­cha droga, mucha lacra, mucha delincuencia y por eso me detuve, a pesar de que soy un buen vendedor”, dijo el Cuentero de Muisne, quien esperaba con­cluir su condena de 25 años de prisión en una casa de confianza o en arresto domiciliario.
Recordaba como una de sus estafas más significativas (aparte de la venta del reloj del Malecón de Guayaquil) la inversión que logró por parte de unos em­presarios coreanos en unas piscinas camaro­neras supuestamente de su propiedad.
“Contraté una avio­neta y a los empresa­rios coreanos les hice sobrevolar por una ca­maronera que dije que era mía. A un guardia que lo conocía le dije que me ayude sacan­do unas seis cubetas de camarones. Cuan­do fuimos con los em­presarios coreanos y les mostré la pesca, se quedaron sorpren­didos por el tamaño de los camarones. Les dije que para producir una piscina se necesi­taba una inversión de 400.000 dólares. Les regalé los camarones y cayeron”, contaba.

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